Desde la
psicología el punto de partida está en uno mismo. Si queremos cambiar el mundo,
primero tenemos que cambiar individualmente, al menos algunos patrones
internos.
Y es que la
vejez puede experimentarse como un obstáculo para vivir o como una nueva etapa
que nos permite abordar nuevas experiencias gratificantes.
Poco podemos
hacer, aportar o cambiar si no modificamos nuestra forma de percibir nuestro
entorno o de pensar sobre lo que somos o cómo somos. Porque reconozcámoslo,
honestamente, no resulta nada fácil aceptar que estamos envejeciendo. Para
muchas personas esto es una fuente de miedos y produce mucha de angustia, lo
cual repercute en todo lo que les rodea, para esas personas el paso de los años ya no se asemeja con el crecimiento y
la evolución sino con deterioro, jubilación, rechazo y muerte.
A los niños y
adolescentes, no les preocupa en absoluto la vejez, de hecho cuando están con
personas mayores sienten que pertenecen a mundos distintos. Sin embargo, cuando
uno alcanza la etapa de la madurez, empieza a tomar conciencia al ver envejecer
a sus padres.
Curiosamente,
un@ tiene la impresión de que no cambia, de que siempre está igual, por mucho
que se mire en el espejo, parece que los que cambian son los demás, el mundo,
etc… Pero envejecer es algo ineludible y al llegar a esta etapa, podemos hacer
dos cosas :
1) Aceptar e
ir envejeciendo en paz o
2) Volvernos
unos quejicas, cuando nos entra el
miedo y la rabia por sentirnos apartados.
De modo que si
no queremos vivir amargados todos estos años que aún nos quedan, tenemos que
hacer algo.
El miedo a
envejecer, es también el miedo a la cercanía de la muerte. Cuando perdemos a un ser querido
especialmente en esa etapa de la vida, nos obliga a reflexionar sobre el
sentido de nuestra propia existencia y esa reflexión puede llevarnos también a
revisar lo que ha sido nuestra vida desde la infancia, recordándonos las cosas
que realmente son importantes. Precisamente el hecho de saber que nuestra vida
se acerca al final, en lugar de producirnos angustia debería de motivarnos a
entender que cada día, cada momento es una oportunidad que se nos ofrece de ser felices.
La etapa del
envejecimiento no puede separarse de las demás etapas de la vida, la vejez
forma parte de nuestro viaje por la vida y debemos prepararnos por la última
etapa del camino.
Prepararnos
mentalmente, incrementando la autoestima y también porque no, espiritualmente,
según las creencias de cada uno. Estos son dos aspectos a tener en cuenta para
sentirnos en paz. Para ello podemos usar técnicas de relajación y también de
meditación o mediante la oración realizada de forma consciente. Se ha observado
científicamente que con sólo diez minutos de meditación podemos bajar dos
puntos la tensión, y eso sin necesidad de tomar medicamento alguno.

Pues si es verdad no ace mucho tiempo que me di cuenta que los años llegaban deprisa y queria acer muchas cosas que no ice cuando trabajaba y desde entonces me encuentro mucho mejor y sati fecha, no veo los dias pasar.Une bise.
ResponderEliminarTrès jolis trèfles.Une bise.
ResponderEliminarGracias Françoise es un articulo inmejorable y sobre la meditación no se si me baja la tensión
ResponderEliminarpero que me tonifica,segurisimo.Practico cuanto puedo.Sevilla muy interesante, no?
Ya sabes que es verdad eso de que Sevilla es una maravilla!!! Precioso, delicioso (en el más amplio sentido de la palabra...) lo malo el excesivo calor.
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