viernes, 29 de enero de 2016

El juramento – Cuento Zen


Una vez, un hombre atormentado por sus problemas juró que si éstos se solucionaban, vendería su casa y donaría a los pobres todo el dinero obtenido de la venta.

Llegó el momento en que se dio cuenta de que debía cumplir su juramento. Pero no deseaba regalar tanto dinero. De manera que ideó una forma de eludir esta situación.

Puso la casa en venta, valuándola en una moneda de plata. No obstante quien comprara la casa debía adquirir un gato. El precio pedido por este animal era de diez mil piezas de plata.

Otro hombre compro la casa y el gato. El primero dio a los pobres la moneda de plata, y guardo en sus bolsillos las diez mil.


La mente de muchas personas funciona de esta manera. Deciden seguir una enseñanza, pero interpretan su relación con ella según su propia conveniencia.


viernes, 15 de enero de 2016

Un cuento japonés...


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?
No.
La verdad es que se tomo siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.


"El triunfo no es mas que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia".


viernes, 1 de enero de 2016

¡Feliz Año Nuevo!


Ya hemos llegado al 2016, pues si,  ya han pasado 15 años de este nuevo siglo, quien lo diría. Recuerdo cuando era joven y nos empezaban a vender la idea de un mundo con una sociedad del bienestar y yo me imaginaba como sería el año 2000, me veía de lleno en una novela de ciencia ficción en un mundo que imaginaba luminoso, con amplias viviendas inteligentes donde todo estaba automatizado, brillante, con un toque minimalista donde la gente ya no necesitaba trabajar, todo funcionaba con energía natural y los espacios naturales eran frondosos y cuidados, donde ya no existían enfermedades, ni guerras, ni gentes pobres, cada uno se dedicaba a trabajar en lo que le gustara, en fin ya se lo pueden imaginar… y aquí hete que sin darnos cuenta estamos ya en el 2016 y vivimos en un mundo que se parece más al mundo de Blade Runner que al de mi sueño, es un mundo oscuro, lleno de contaminación, de pobreza, de empleos y trabajos cutres donde hay mucha inseguridad y  amenazas de todo tipo, enfermedades nuevas y vivimos en espacios cada vez más pequeños y saturados, lo único que  hay similar a mi mundo soñado es la tecnología, pero el bienestar es escaso y la gente sobrevive.

Ultimamente tengo los pies muy en la tierra, me siento muy realista y como cualquiera que es  realista  con un puntito de pesimismo, si bien, no desespero, confío en que las cosas pueden cambiar y mejorar y aunque ya no creo en mi mundo soñado por ahora, tal vez lo encuentre en  una próxima vida.

Por eso para este año mis deseos sinceros son que haya más paz y menos miseria y dolor en nuestro mundo, más justicia, mas solidaridad, menos egoïsmo y más  comprensión y compasión por parte de los dirigentes políticos que son los que pueden  aportar mejoras para  las gentes del país, que dejen de engañarnos, que se centren en resolver los auténticos problemas que nos angustian y agobian y nos permitan recuperar la ilusión y el bienestar prometido.

Nada más, os deseo a todos un buen año y un mundo mejor