viernes, 27 de diciembre de 2013

El año se acaba

Por estas fechas llegamos a un final de ciclo, algo se nos acaba, una puerta se cierra y otra se abre sobre lo desconocido o al menos, en parte desconocido.

En estos momentos siempre me gusta tomar un tiempo para reflexionar y hacer balance por un lado de lo acontecido en el año que termina, tomar buena nota de ello, es experiencia y conviene recordarlo, y también suelo poner por escrito, a grandes rasgos, dejando lugar a lo que surja, los nuevos proyectos, los nuevos sueños que me gustaría realizar en el nuevo ciclo anual que se inicia, el cómo ya irá  cobrando forma a lo largo de los próximos 12 meses.

Estos días da tiempo para mucho, jugando con un poco de organización y dejando espacio igualmente a la improvisación, es tiempo de estar con  los seres queridos, de disfrutar compartiendo recuerdos y anécdotas de tiempos más o menos lejanos, de hacer alguna visita, de relajarnos en una sobremesa,  dando un paseo por el monte o por la playa, también prestar algún tipo de ayuda solidaria, brindando con ilusión nuestra colaboración hacia algún colectivo o algunas personas que lo necesiten.

Se me ocurre también, que una buena pregunta que podemos plantearnos esos momentos de tranquila reflexión que surgen entre  fiesta y fiesta, visita y visita… puede ser ¿que he  aprendido yo en este año? Y no me refiero solo a cualquier tipo de enseñanza, técnica, etc., sino también, sobre mi misma, ¿que he podido sacar a la luz desde mis sombras? Cualquier cosa que me permita conocerme mejor, que me proporcione nuevas herramientas para afrontar nuevos retos, disfrutar con nuevas experiencias y sobretodo sentirme cada día mejor conmigo misma.

En cualquier caso lo más importante es creo yo, encarar este nuevo ciclo, esta nueva página de nuestra vida con optimismo e ilusión.

Feliz Año a todos!





viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Navidad!






























Un año más estamos en Navidad, los años se siguen, no se parecen, pero la Navidad siempre vuelve con sus villancicos, sus turrones, el regreso de los familiares que viven en la distancia, la costumbre de los regalos, etc…


La percepción que tenemos de la navidad, también cambia con los años, yo recuerdo cuando mis hijos eran pequeños que la navidad era una fiesta llena de magia y de ilusión, el arbolito con los enanitos de Papa Noêl  que se escondían detrás de las ramas, los encargos a Papa Noêl y por si este fallaba  todavía quedaban los Reyes Magos… El tiempo pasa, la vida cambia las circunstancias y las navidades se van transformando poco a poco en una rutina, una reunión familiar eso sí, más especial que otras que pueden darse a lo largo del año, pero parece que la magia se va diluyendo, los pequeños se van haciendo mayores y la vida también les va curtiendo.

Aunque personalmente por mi circunstancia particular, nunca he vivido la Navidad desde la perspectiva religiosa, no obstante, siempre lo he sentido y lo siento desde su dimensión espiritual y humana. Es un tiempo para una nueva esperanza de paz y mejoría interna que debemos fomentar y trasladar a los demás que deseen experimentarla.  El llamado “espíritu de la Navidad”, que nada tiene que ver con el mercantilismo, ni con los excesos que conocemos, es un estado de afecto sincero hacia los demás en el cual se van superando diferencias y manifestando la necesidad de ayudar y compartir entregando lo mejor de cada uno,  un estado que sería muy saludable si pudiera extenderse a todo el año, especialmente en estos tiempos de crisis, para ayudar a los que más lo necesitan, que son muchos ahora mismo.

De modo que propongo un brindis con una humilde copa de sidra, por aquello del encanto de las burbujas, para que todos tengamos una Navidad más consciente, en paz y feliz, junto a todos nuestros seres queridos y todos aquellos que están cerca de nuestro corazón, aunque la distancia nos separe.

Feliz Navidad para todos!

viernes, 13 de diciembre de 2013

Mirar cerca de nosotros.



Se cuenta que había una estatua de un rey, cuyo dedo índice estaba en posición de señalar.
Llevaba la inscripción: “Para obtener un tesoro golpea en este sitio”.
Su origen era desconocido, pero muchas generaciones de personas de aquella ciudad habían golpeado, con todo tipo de instrumentos, en el lugar señalado. Esos golpes, sin embargo, dejaron pocas huellas en la dura piedra, aunque sí fueron mellando la confianza de la población en sus posibilidades de poder obtener la riqueza prometida por la inscripción.
Algunos empezaron a considerar la estatua como una broma de mal gusto, pensada por algún antepasado que quería demostrar algo que nadie lograba entender.
Así como algunos empezaron a mirar a la estatua con notable desconfianza, para otros la frustración era tan grande y profunda que incluso pidieron al alcalde de la ciudad que enterrase cuanto antes el monumento para no tener que verse enfrentados cada día a su propia impotencia.
Un día, un artista de un pueblo vecino, un hombre que disfrutaba contemplando la belleza de las formas de todo lo creado, llegó a la ciudad y se quedó conmovido por la belleza de la estatua.
El hombre estuvo observando desde todas las perspectivas posibles el estilo, las formas, los materiales, el color, y hasta el sonido que producía el viento al rozar aquella obra de arte. Y gracias a aquella amplitud y profundidad de su mirada le fue posible observar que exactamente al mediodía la sombra del dedo que señalaba, ignorada por siglos, trazaba una línea en el pavimento al pie de la estatua.
Los sufíes cuentan que este hombre, después de observar con detenimiento, marcó el sitio que señalizaba la estatua, obtuvo los instrumentos necesarios, y con una barra hizo saltar la loza.
Para sorpresa de todos la loza resultó ser una compuerta en el techo de una caverna subterránea. En ella había extraños objetos, de una hechura tal que le permitieron deducir la ciencia de su manufactura, hacía mucho tiempo perdido, y en consecuencia pudo acceder al tesoro que la inscripción prometía.
Maestro: perdemos mucho tiempo buscando la belleza y la felicidad en algún lugar remoto, mientras que si supiéramos mirar bien la encontraríamos muy cerca de nosotros.

Cuento Sufi.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Diciembre


En estos días de primeros de diciembre y antes de dejarnos arrastrar por la vorágine de las fiestas navideñas y fin de año, con días más cortos, temperaturas más frías y el calendario que nos recuerda que nos acercamos a un final de ciclo, tendemos ya sea a apurarnos por revisar las cosas pendientes o  a ir a cámara lenta, haciendo introspección y balance de lo que hemos tenido la oportunidad de hacer o de conseguir a lo largo del año.

Espero que a pesar de la crisis hayan tenido la oportunidad de aprender algo mas o menos importante para su propio crecimiento, ya que un año más siempre deja una huella. Poco a poco nos vamos desprendiendo de lo superfluo y valoramos más lo esencial. Tomamos conciencia de lo que nos llena y nos hace sentir bien y también de aquello que nos produce malestar y  agotamiento. Estas emociones, sentimientos y sensaciones son grandes maestros que nos van a orientar en el camino de nuestra vida, debemos escucharlos, apuntarlos y sacar nuestras conclusiones ya que serán una excelente base para que podamos, dentro de unas semanas establecer nuestros propósitos de año nuevo.

Pongamos manos a la obra y aprovechando esos momentos de meditación, y después de cerrar los temas pendientes, empecemos a esbozar el mapa de nuestra vida para el próximo año.