Tres meses ya que nos dejaste,
Yvan. Tres meses sin ti, intentando acostumbrarnos a tu ausencia definitiva.
Era demasiado pronto y no estábamos preparados. Que difícil y doloroso es, como
todos los padres que pierden a un hijo, esta es la peor pesadilla y no creo que
nunca lleguemos a superarlo.
Te fuiste sin preaviso, la muerte
te sorprendió a traición y a nosotros nos dejó mudos y ahogados en lágrimas de
desesperanza.
Tu que viviste la vida
intensamente, te gustaba viajar y recorrer los caminos, conociendo otros
mundos, otras gentes, otras costumbres y al igual que un guerrero lidiabas con
las luces y las sombras de la vida, contra el dolor y la enfermedad, buscando el
sentido de la vida en este mundo.
Confío que allá donde estés ahora
recorriendo los caminos de una nueva dimensión, encuentres la paz que tu y
todos deseamos. Nosotros desde aquí no te olvidamos, te seguimos queriendo,
recordando tu sonrisa, tu generosidad y tu cariño, echándote mucho de menos y
también seguimos buscando el sentido de la vida, hasta llegar al destino que
nos reunirá de nuevo contigo.
Hasta siempre.
(Las fotos son de Yvan, las sacó
en su último viaje a Tailandia, en abril de este año.)