viernes, 17 de noviembre de 2017

La escalera




Siguió caminando por el bosque y apareció una escalera de piedra en plena naturaleza, empezó a subir los peldaños húmedos y musgosos, cuidando de no resbalar. Más adelante se asomó sujetándose a la barandilla de piedra para ver un profundo barranco, oscuro, invadido por una vegetación cubierta de niebla que le impedía ver el fondo. El frío húmedo iba poco a poco calándole hasta los huesos, el olor a humedad se mezclaba con el olor de la vegetación putrefacta y le irritaba la garganta. Dudó, pero siguió un poco más. El paisaje se fue abriendo, apareció el cielo azul y el estruendo de una cascada se oyó a lo lejos, al acercarse, en un saliente de la pared rocosa pudo ver el templo, imaginó a la diosa en su interior con su sonrisa compasiva rodeada de velas encendidas y tuvo la sensación de percibir el olor a incienso.

Se quedó un largo rato mirando el espectáculo de la naturaleza intentando acercarse al espíritu de la Diosa; un ciervo cruzó el camino lentamente, ladeando la cabeza hacia él, entonces lo vio, un magnifico arco-iris saliendo de la cascada enmarcó el templo y supo que la diosa le había escuchado, que había esperanza…



viernes, 3 de noviembre de 2017

El Samurái y los tres gatos


Un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato, robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de el. Entonces el samurai tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida mas que cuando este dormía.
Un monje Zen del templo vecino presto entonces al samurai su gato: este tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en su casa. 
El gato se pasaba el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentono de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato, visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapo y lo mató.

¡Poder del cuerpo, habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!