viernes, 27 de marzo de 2015

¿Y qué pinto yo en esta vida?


¿Vds. Nunca se han planteado  esta pregunta? Posiblemente en esos momentos en los que nos sentimos ociosos, desmotivados, decepcionados, vamos por la vida sin rumbo, perdidos. Que conste, si les sirve de consuelo que esto nos ocurre a todos en algún momento.

¿Y que podemos hacer en esos casos?
Podemos aprender a salir de nuestra zona de confort, de ese pequeño mundo en el que vivimos y donde nos sentimos seguros, atractivos, muy listos y hasta geniales. Y cuando aparece alguien que nos dice algo que va en contra de la idea que tenemos de nosotros mismos en ese mundo privado, nos duele y nos afecta porque en ese mundo estamos centrados en nosotros mismos. En esa burbuja que constituye nuestra zona de confort, tratamos de evitar cualquier cosa que nos moleste, que venga a interrumpir nuestra comodidad.

Ese temor a sentirnos mal hace que sintamos ansiedad ante la posibilidad de relacionarnos con los demás, influye negativamente sobre nuestra vida social y afectiva y como no queremos sentirnos mal evitamos implicarnos en temas complicados, lo dejamos para más adelante, por miedo a fallar.

Cuando alguien hace o dice algo inmediatamente lo relacionamos en función de cómo ello nos afecta, sentimos, rabia, dolor o enfado. Queremos que los demás nos proporcionen lo que necesitamos y si no lo hacen nos sentimos frustrados o enfadados. Como vemos la mayor parte de nuestros problemas vienen dados por el hecho de  querer mantenernos en nuestra burbuja confortable.

¿Y que ocurre cuando salimos de nuestra zona de confort?
Si conseguimos salir de ella y tratamos de ver las cosas de una forma más abierta, menos centrada en nosotros mismos, nos vamos a sorprender al darnos cuenta de que cuando  alguien hace o dice algo,  no va realmente en contra nuestra, sino de su propio dolor, de su miedo, de la confusión o del deseo que siente el mismo.

Cuando sentimos  el impulso puntual de hacer algo, ver una película,  entrar en Facebook o comer algún dulce, vemos que se trata de una sensación física pasajera y no el centro del universo. Nos damos cuenta entonces de que nuestros deseos son triviales y que hay muchas más cosas que hacer que  centrarnos en esos pequeños placeres y luego sentirnos culpables, hay cosas  más importantes que nuestros pequeños miedos, como ver el dolor y el sufrimiento de los demás y sentir compasión por ellos, deseando que el mundo sea un lugar mejor. Dejamos de centrarnos en nosotros mismos, adquirimos una visión más amplia y abierta de nuestro mundo y todo  cambia, dejamos atrás los miedos, la rabia y nos ponemos manos a la obra para cambiar de hábitos, buscando actividades que nos llenen verdaderamente.

Esa nueva amplitud de miras  es lo que nos va a enseñar aquello que hemos venido a hacer en esta vida. Vamos a ver a los demás desde otra perspectiva, vamos a sentir sus necesidades y vamos a buscar la forma de ayudarles a sentirse mejor. Poco a poco iremos aprendiendo que el hecho de sentirnos nosotros mismos mejor, más saludables, no es con un propósito egoísta, sino que el cuidar de nosotros mismos es imprescindible para poder ayudar mejor a los demás y en ello vamos a encontrar motivación.

A veces podemos recaer y regresar a nuestra zona de confort por un tiempo, hasta que nuevamente conectamos con nuestra motivación lo cual nos permite salir de la zona segura y volver a camino. En ese camino no importa lo que hacemos para ayudar a los demás, la vida de encargará de enseñarnos continuamente cómo hacerlo. Lo que importa es nuestro crecimiento y al hacerlo entonces, sabemos a qué hemos venido.

Aprendemos que lo importante es crecer como personas, que la vida es un regalo, que debemos aprovecharla al máximo y que no hay nada más satisfactorio que ayudar a crear un mundo mejor.

(Inspirado por Leo Babauta)



viernes, 13 de marzo de 2015

Antes de morir, me gustaría...






Hay dos cosas que me parecen  interesante   e importantes de hacer a lo largo de la vida, una es conservar nuestra curiosidad de la infancia y la otra es  seguir cuestionándonos sobre nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros gustos, ya que eso es lo que le da  forma a nuestra vida y dibuja nuestros propósitos.

Como buena aficionada a las charlas TED, hace poco encontré una que me  llamó mucho la atención, aquí os dejo el enlace ya que viene subtitulada en español para los que lo quieran ver.

En esta podemos ver a Candy Chang, una artista que utiliza los espacios urbanos como un punto de unión entre los ciudadanos y vecinos para reflexionar sobre temas importantes de nuestra vida, para compartir secretos, deseos y esperanzas.

En este caso como podréis ver se aprovechan los muros de una casa abandonada para animar a los transeúnte a que escriban un pensamiento muy profundo y que nos obliga a pararnos y tomar conciencia de qué y cómo hacemos para  realizarnos a nosotros mismos. Su afirmación es : “ANTES DE MORIR ME GUSTARIA…”

Y es que, como dijo  el poeta André Malraux : “La muerte solo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”.

Esta iniciativa que se  realizado  posteriormente en varios lugares del mundo, se me antoja una buena idea para crear un muro virtual en este blog al que cada uno podría responder de forma personal ó anónima y poner qué nos gustaría hacer antes de que se nos acabe el tiempo.

¿Qué os parece? ¿Nos atrevemos a poner nuestro mayor deseo o deseos?

Os sugiero que pongáis la frase completa en vuestro comentario :

Antes de morir me gustaría (y vuestro deseo)

A mi antes de morir, me gustaría  dar la vuelta al mundo.