viernes, 18 de diciembre de 2015

¡Ha vuelto la Navidad!



Ya regreso esa etapa del año en la que implícitamente parecen imponerse una serie de hábitos y actitudes que la propia sociedad se va encargando de revisar y corregir o tal vez debería decir actualizar con el paso del tiempo. 

Yo no sé si os habéis dado cuenta, pero desde hace algunos años las cosas están cambiando, es posible que las restricciones obvias que nos impone la Crisis tanto en nuestros presupuestos familiares como institucionales influyan. En las ciudades se ven menos decoraciones de luces o se repiten las de años anteriores, se ven afortunadamente, menos abetos naturales talados al efecto y más artificiales, mucho más acordes a mi entender con lo que representa ya en este siglo XXI esta festividad. La tiendas se ven menos concurridas que hace unos años, la gente parece comprar de forma más calculada, en los medios se recomienda más sobriedad y menos despilfarro, se oyen menos aquellos villancicos que de no ser que te pillaran con unas copas de más te producían un auténtico empacho. Sin embargo la sensiblería con respecto a tener que gastar fortunas en los regalos de los niños todavía se mantiene ¿tal vez para paliar algún sentimiento de culpa.?

Parece que efectivamente se nos agota el Estado del Bienestar, aunque no para todos como estamos hartos de ver y oír. Es evidente que necesitamos un cambio a muchos niveles. 

Pero volviendo a la Navidad, también observo que se viaja más ya sea para el reencuentro familiar o todo lo contrario por huir precisamente de ello. 

Y sobretodo se fomenta más la solidaridad tan necesaria aunque no solo en estas fechas sino durante todo el año. 

Por mi parte solo deseo que paséis unos días lo más agradables que sea posible con vuestros familiares, sin excesos o con ellos si así lo deseáis y os lo podéis permitir, y sin olvidar a los que no tienen esa posibilidad, y sobretodo que volvamos a sentirnos más ilusionados. 


Feliz Navidad para todos. 






viernes, 4 de diciembre de 2015

¿Cómo puedo ayudar al mundo?



- ¿Cómo puedo ayudar al mundo?


- Comprendiéndolo, replicó el Maestro.

- ¿Y cómo puedo comprenderlo?

- Apartándote de él.

- Pero, entonces, ¿cómo voy a servir a la humanidad?

- Comprendiéndote a ti mismo.
Fuente: ¿Quién puede hacer que amanezca? de Anthony de Mello




viernes, 20 de noviembre de 2015

“Allons enfants…”

Esta semana ha sido muy dura, después de la matanza en Paris del pasado viernes, la capital del país donde nací y que me dio una educación de la que me siento orgullosa. Un país en el que no nacieron mis antepasados, pero que acogió a mi familia cuando huía de una guerra civil, perseguida por un gobierno dictatorial y le dieron la oportunidad de vivir con dignidad y libertad. Yo nací y me crié en Francia y amo a este país, me emociono y no puedo reprimir el llanto cuando oigo “La Marsellaise” y aunque soy consciente de que no fue fácil para los refugiados políticos españoles que ayudaron a Francia a vencer en la segunda guerra mundial para librarse de la tiranía nazi, me siento agradecida. Francia permitió que mi padre salvara su vida y que me diera la mía, por eso  estoy agradecida y siento profundamente que yo también pertenezco a esa nación; por eso las muertes del pasado 13 de noviembre, me duelen, pues son parte de mi familia nacional y comparto el dolor de sus familiares y el temor de mis compatriotas.

Me cuesta mucho entender el terrorismo, no me cabe en la cabeza que se pueda matar gratuitamente a otro ser humano, que no se valore en lo más mínimo una vida, y menos aún por un supuesto motivo religioso. No soy afín a ninguna religión, mis padres fueron tan lúcidos que al nacer yo, no me afiliaron a ninguna de ellas y me dieron la libertad de elegir, sin embargo, siempre me interesó ese aspecto tan íntimo y profundo del ser humano y por ello me acerqué a ellas, después de estudiarlas y compararlas entendí que fueron creadas para organizar y dar cierta forma en su  momento a sus incipientes sociedades en función de sus características ambientales, entre otros factores y que a pesar de sus diferencias, ninguna de ellas impulsa a matar al prójimo. Sé también, que los actos terribles que en nombre de todas ellas se han cometido en algún momento de su historia, son el resultado del ansia de poder de hombres con ambición desmedida y afán destructivo que se autodenominaron sus representantes y manipularon sus textos sagrados gracias a la ignorancia de sus seguidores,  para alcanzar sus fines personales.



 Me resulta absolutamente  alucinante pensar que en pleno siglo XXI, con todos los avances científicos, tecnológicos y con la posibilidad de aprender, informarnos y participar que tenemos a nuestro alcance, nos veamos abocados a regresar a la Edad Media! ¿Qué hemos hecho mal para llegar a esto?  ¿Por qué si hay tanta buena gente de culturas diferentes por todo el mundo y he tenido la suerte de conocer a muchos de ellos en mis viajes, que demuestran bondad y altruismo día a día y actúan con respeto y tolerancia, no somos capaces de trasladarlo a gran escala? 

¿Son los líderes de los países democráticos, todos unos ineptos? ¿No hemos sabido elegirlos? ¿Se contagian todos de la enfermedad del poder que los va corrompiendo en cuanto son elegidos? ¿O se convierten en marionetas de grupos de presión más poderosos aún que nos manejan a todos como peones de ajedrez para alcanzar unos fines egoístas que desconocemos pero que sufrimos todos? 

 ¿Hasta cuando vamos a seguir siendo marionetas?



viernes, 6 de noviembre de 2015

De las invenciones modernas – Cuento Zen


 "Se puede aprender algo de cualquier cosa", dijo una vez el rabí de Sadagora a sus jasidim. "Cada cosa puede enseñarnos algo, y no sólo lo que ha creado Dios. Lo que hizo el hombre también puede enseñarnos".


"¿Que podemos aprender de un tren?", pregunto dubitativamente un jasid.

"¿Que a causa de un segundo podemos perderlo todo?"

"¿Y del telégrafo?"

"Que cada palabra se cuenta y se cobra".

"¿Y del teléfono?"

"Que lo que decimos aquí se oye allá".



viernes, 23 de octubre de 2015

Sabor - Cuento Zen



Un maestro zen le ofreció un melón a su discípulo y le preguntó:

- ¿Qué te parece este melón? ¿Está bueno?

- Sí, sabe muy bien – contestó el discípulo.

-     ¿Dónde está ese sabor? – le preguntó luego el maestro -. ¿En el melón o en tu lengua?
-      
El discípulo reflexionó y se lanzó a dar complicadas explicaciones:

-     Este sabor procede de una interdependencia entre el melón y mi lengua, porque mi lengua sola, sin el melón, no puede…
-     El maestro lo interrumpió bruscamente:

-  ¡Idiota! ¡Más que idiota! ¿Qué pretendes? Este melón está bueno. Eso basta.




viernes, 9 de octubre de 2015

Evolución - Cuento Zen


Al día siguiente dijo el Maestro: Desgraciadamente, es más fácil viajar que detenerse".

Los discípulos quisieron saber por qué.

"Porque mientras viajas hacia una meta, puedes aferrarte a un sueño; pero cuando te detienes, tienes que hacer frente a la realidad"

"Pero entonces, ¿cómo vamos a poder cambiar si no tenemos metas ni sueños?", preguntaron perplejos los discípulos.

"Para que un cambio sea real, tiene que darse sin pretenderlo. Haced frente a la realidad y, sin quererlo, se producirá el cambio".




viernes, 25 de septiembre de 2015

Inflexibilidad - Cuento Zen


"¡Cielos, cómo has envejecido!", exclamó el Maestro después de conversar con un amigo de su infancia.

"No puede uno evitar hacerse mayor, ¿no crees?", le dijo el amigo.


"No, claro que no puede", admitió el Maestro, "pero sí puede evitar envejecer".


viernes, 11 de septiembre de 2015

El pequeño pez - Cuento Zen



"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscando por todas partes, sin resultado".

"El Océano", respondio el viejo pez, "es donde estás ahora mismo".

"¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano", replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.


viernes, 28 de agosto de 2015

Deja que te encuentre - Cuento Zen

 La historia cuenta que un monje zen, conocido por su empuje, no se detenía de día ni de noche. Siempre andaba ocupado hasta el punto de no tener apenas tiempo para comer y para dormir.
- ¿Por qué corres tanto, qué prisa tienes? – preguntó el maestro.
- Busco el conocimiento, no puedo perder tiempo – respondió el frenético aprendiz.

¿Y cómo sabes que el conocimiento va delante de ti, de modo que tengas que correr muy deprisa tras él? Quizá va detrás de ti, y todo lo que necesitas para encontrarlo es quedarte quieto – dijo el maestro.


viernes, 14 de agosto de 2015

Iluminación


Cuando se le preguntaba por su iluminación, el Maestro siempre se mostraba reservado,

Los discípulos intentaban por todos los medios hacerle hablar. Todo lo que sabían al respecto era lo que en cierta ocasión dijo el Maestro a su hijo más joven, el cual quería saber cómo se había sentido su padre cuando obtuvo la iluminación.
La respuesta fue:
- Como un imbécil.
Cuando el muchacho quiso saber por que, el Maestro le respondió:
- Bueno, veras ... fue algo así como hacer grandes esfuerzos por penetrar en una casa escalando un muro y rompiendo una ventana y darse cuenta después de que estaba abierta la puerta.

Fuente: ¿Quién puede hacer que amanezca? de Anthony de Mello