El elemento Tierra, desde lo simbólico representa lo concreto, el sustento de la realidad, donde enraíza lo más básico, elemental y necesario para la vida. Donde crece nuestra fuerza, la base de nuestra energía, de nuestra capacidad de producción y tambien de reproducción, donde podemos dar forma a nuestras ideas, a todo aquello que es posible imaginar y que necesita concretarse, tomar forma física y palpable.
Este fin de semana he tenido la ocasión de visitar una finca municipal en Tegueste donde se valoriza la biodiversidad hortofruticola, aplicando técnicas ecológicas a los cultivos, para mi ha sido una experiencia interesante, es un tema importante ya que se hace cada vez más evidente la necesidad de tomar conciencia para cuidar más y mejor nuestra tierra si queremos que nuestro presente tenga algún futuro.
Lo que más ha llamado mi atención es el hecho de que se disponen en el huerto plantas hortofrutícolas alternandolas con plantas aromaticas que alejan o distraen a las plagas para que estas no afecten al desarrollo del árbol frutal o la hortaliza que se está cultivando.
Esto también podemos aplicarlo en nuestras vidas, cuando nos centramos obsesivamente en una meta siguiendo un método rutinario, y reprimimos cualquier posibilidad de escape de ciertos pensamientos o emociones que nos acucian, nos invaden, nos envenenan y finalmente nos enferman. Podemos, sin perder de vista la meta y sin dejar de esforzarnos por conseguirla, dedicar una parcelita de nuestro tiempo al ocio, al ejercicio físisco y/o la meditación, ya que es en ese espacio donde podremos liberarnos de nuestras "plagas mentales", fomentando la creatividad y el equilibrio que permitirá a nuestro huerto interior crecer y madurar nuestros mejores frutos.
El árbol Guardian,
castaño centenario
sombra del mencey.
Las púas verdes
como la crisálida
gestan los frutos.
Brilla el trigo,
cual rubia cabellera
se mece al sol.
Hermosa flor
rojos pétalos de sol,
luce el huerto.
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