Se acerca a marchas forzadas el final del este año, el tiempo pasa volando, cada vez se va acelerando la marcha de la vida, no sé si serán los años, las ocupaciones o la cantidad de información que un@ recibe y se esfuerza por procesar día a día…
En cualquier caso pienso que no estaría mal ralentizar un poco en estos últimos días y hacer balance. Pararse, meditar, respirar … y entre reuniones y comidas familiares, buscar un momento para el reencuentro con un@ mism@. A mi al menos eso es lo que me apetece ahora.
Si bien siempre he pensado que para mi el año empieza realmente en la fecha de mi cumpleaños, bien es verdad que desde el punto de vista social es necesario que se fije una fecha global para tener un punto de referencia compartido que en nuestras sociedades es el 1º de enero, o sea, la fecha que usamos todos para poder entendernos.
Aprovechando que el próximo día 21 se inicia el solsticio de invierno, fecha en la que la longitud del día y la latitud del Sol al mediodía son mínimas en este caso, comparadas con cualquier otro día del año. Yo voy a emplear estos 10 días que me quedan de año para reflexionar…
Y recordando que en la mayoría de las culturas antiguas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios, mi ritual va a consistir en encender, no una hoguera, pero sí unas velas, buenas compañeras de la meditación y el recogimiento…
En el solsticio de diciembre, invierno en el hemisferio norte, se celebraba el regreso del Sol, en especial en las culturas romana y celta, a partir de esta fecha, los días empezaban a alargarse, esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, que se celebraba encendiendo fuegos. Posteriormente, la iglesia católica, decidió situar en una fecha cercana, el 25 de diciembre, la Natividad de Jesucristo, dándole el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y la luz en el mundo y tratando de solapar así al mismo tiempo la festividad pagana anterior.
¡Feliz Solsticio y Navidad!
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