domingo, 19 de septiembre de 2010

Cuidemos nuestros cerebros


La ciencia neurológica nos revela hoy que la inteligencia está distribuida por todo el cuerpo, según revela el trabajo del investigador Robert K. Cooper. Siempre que tenemos una experiencia esta no va directamente al cerebro para poder reflexionar sobre ella, sino que primero llega a las redes neurológicas de la región intestinal y del corazón. Resulta extraño, pero así es, en el intestino y en el corazón tenemos células nerviosas ó neuronas que ejercen una función muy similar a las de nuestro cerebro. El segundo cerebro es el del intestino y el tercero el del corazón!

Según el Dr. M. Gershon, especialista en la nueva ciencia de la neurogastroenterología y autor de “El segundo cerebro”, el circuito de neuronas o redes celulares que se localiza en nuestro intestino funciona independientemente para recordar, aprender e influir sobre nuestras percepciones y conductas. Cualquier experiencia vivida crea un “sentimiento intestinal” que se manifiesta en hormigueo o nudo en el estómago, sentimos con las tripas, aunque menudo pasa desapercibido por falta de atención, y porque nuestro umbral de percepción no está acostumbrado a captarlo o relacionarlo, hasta que el aviso es lo suficientemente fuerte para obligarnos a reparar en ello.

El corazón tiene igualmente células nerviosas unidas por una red de neurotransmisores*, con un tamaño similar al de varias áreas de nuestro cerebro craneal, su campo electromagnético es mucho más potente que el del cerebro y es medible hasta unos 3 m de distancia y también actúa independientemente. Aprende, recuerda y responde con sus propias respuestas ante las situaciones de la vida. Además tiene ciertas habilidades como la intuición, que viene a confirmar por la medicina occidental, lo que las antiguas culturas orientales nos enseñan con la meditación, de que el ritmo del corazón puede alterar la efectividad del pensamiento cerebral. Se está demostrando en investigaciones que el ingenio, la iniciativa y la intuición nacen del corazón. Este cerebro además está más abierto a la vida en busca de una comprensión nueva e intuitiva de lo que más importa a la persona, es muy probable que en él resida gran parte de la llamada “inteligencia emocional”, como la empatía, la conciencia emocional de uno mismo, el optimismo, la iniciativa, la vocación de servicio, la alegría, la inspiración, la confianza en uno mismo y en la vida.

Pero para tomar conciencia de ello hay que estar atentos, saber mirar y escuchar las señales tanto de nuestro cuerpo como de nuestro corazón para poder sacar a la luz todos estos tesoros y disfrutarlos. Desde ahí podemos empezar a cambiarnos individualmente, ya que sólo así conseguiremos cambiar el mundo… Para ello no hay atajos, ni pócimas mágicas… las herramientas necesarias son las de siempre… voluntad, paciencia, perseverancia y responsabilidad. Animo el viaje merece la pena…

*Los neurotransmisores son moléculas de sustancias químicas que se producen en el cerebro ante un impulso nervioso y que permiten la conexión de las neuronas entre si para crear nuevos impulsos nerviosos.



1 comentario:

  1. Il est vrai que des fois on doit reflechir avec les tripes, le coeur aussi il a une grande part de responsabilité.Nous n'avons plus le cerveau comme l'homme de Neandertal (1.700cm3)et disparu depuis 30.000ans notre civilisation ne fait que (1.400cm3)peu être ils etait plus intelligens.Bises.

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