Estos días me ha dado por re-leer
la obra de Aldous Huxley Un mundo feliz. Esta novela ya la leí siendo muy joven
al final de mi adolescencia y recuerdo que ya en su momento me dejó una
profunda huella, pero entonces en mi
inocencia pensé que la ciencia ficción era sólo eso, ficción. En esta
nueva lectura al cabo de muchos años, después de haber leído mucho, aprendido
algo y vivido bastante, la verdad es que mi percepción de la obra es muy diferente.
En un mundo en crisis en el que
estamos todos inmersos me maravilla la anticipación del autor que escribió la
novela en 1931 y que supo captar la esencia del ser humano desde la visión de
su mundo, que salía de una primera guerra mundial y donde despuntaban avances
científicos de dudosas aplicaciones.
No quisiera descubrir – o como se
dice ahora hacer un spoiler - del texto para los que no lo conocen y que bien
merece la lectura. Pero sí recordar que independientemente de la manipulación
genética en la que se basa la novela para
describir todo un sistema de castas de los grupos, que me cuesta llamar
humanos, adiestrados en hábitos obsesivos y compulsivos. Llama la atención su
descripción de la manipulación emocional mediante instrucciones hipnóticas
implantadas desde la infancia y el machaqueo constante de lo que se debe hacer
y no hacer según las directrices de unos dirigentes, igualmente manipulados por
cierto, de ese mundo que vigilan donde todo se hace de forma muy estructurada
en pos de una supuesta felicidad, pero con una falta total de libertad. La
educación, eso sí muy parcial esta destinada a la categoría más alta, la
búsqueda de conocimiento esta desacreditada y se fomenta mucho más la
diversión, el sexo y el deporte así como el uso de drogas.
En el fondo es muy parecido a lo
que está sucediendo en nuestro mundo en crisis donde algunos grupos desde las esferas del poder ejercen
presión sobre el resto de los mortales creando subgrupos que van manipulando y
utilizando a su antojo y en función de sus necesidades. Se desvaloriza la educación,
se dificulta el acceso a la sanidad, se menosprecia el envejecimiento, se
ensalza el hedonismo y la vulgaridad, se crean o se mantienen países enteros en
situación de subdesarrollo para poderles explotar mejor, etc...
No obstante, en el momento presente
disponemos de redes sociales a través de Internet, posiblemente uno de los
pocos resquicios de libertad que permiten estar al tanto instantáneamente de
cualquier cosa que suceda en el mundo, estar conectados, descubrir acciones
fraudulentas, corruptas o injustas, apoyarnos y poder expresarnos. Pero ya
algunos países han empezado a cerrar esa posibilidad, e incluso los países
supuestamente democráticos están viendo la forma de controlarlo, haciendo que
toda esa información a la que accedemos de forma instantánea y gratuita o casi,
se convierta en un artículo de lujo por el cual haya que pagar mucho más, y
volvemos a lo de siempre anulando a los más desfavorecidos y beneficiando a los
más pudientes.
Por todo esto viendo como se
están poniendo la cosas, creo que es necesaria una valiente y honda reflexión
para decidir sobre lo que queremos para un futuro que no es ninguna ficción y
donde podamos vivir que no es sobrevivir
y conseguir que las cosas cambien realmente de forma más equitativa y
beneficiosa para todos.

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