
Maimonides
fue un célebre médico, rabino, teólogo y filósofo judió que nació en Córdoba en
la Edad Media, en el siglo XII, si bien pasó gran parte de su vida y murió en
Egipto. Era un hombre muy ilustrado que escribió sobre medicina y también sobre
filosofía. A continuación os dejo una muestra de sus escritos que nos pueden servir
como base de reflexión o meditación:
“Oh
Dios, llena mi alma de amor por mi arte y por todas las criaturas.
Que no
admita que la sed de ganancia y el afán de gloria me influencien en el ejercicio
de mi arte, porque los enemigos de la verdad y del amor de los hombres podrían
fácilmente hacerme abusar y apartarme de hacer bien a tus hijos.
Sostén
la fuerza de mi corazón para que esté siempre pronto a servir al pobre y al
rico, al amigo y al enemigo, al bueno y al malo.
Haz que
no vea en el hombre más que al que sufre.
Que mi
espíritu se mantenga claro en el lecho del enfermo, que no se distraiga por
cualquier pensamiento extraño, para que tenga presente todo lo que la
experiencia y la ciencia le enseñaron; porque grandes y sublimes son los
progresos de la ciencia que tienen como finalidad conservar la salud y la vida
de todas las criaturas.
Haz que
mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y que sigan mis consejos y
prescripciones.
Aleja
del lecho de mis pacientes a los charlatanes, al ejército de parientes que dan
mil consejos y a aquéllos que saben siempre todo; porque es una injerencia
peligrosa que, por vanidad, hace malograr las mejores intenciones y lleva
muchas veces a la muerte.
Si los
ignorantes me censuran y escarnecen, otórgarne que el amor de mi arte, como una
coraza, me torne invulnerable, para que pueda perseverar en la verdad sin
atender al prestigio, al renombre y a la edad de mis detractores. Otórgame,
Dios mío, la indulgencia y la paciencia necesaria al lado de los pacientes
apasionados o groseros.
Haz que
sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia. Aparta de mí
la idea de que lo puedo todo.
Dame la
fuerza, la voluntad y la ocasión para ampliar cada vez más mis conocimientos.
Que
pueda hoy descubrir en mi saber cosas que ayer no sospechaba, porque el arte es
grande, pero el espíritu del hombre puede avanzar siempre más adelante.”
(En relación a los animales y sus
crías), no hay diferencia entre el dolor que sienten los seres humanos y el
dolor de otros seres vivos, puesto que el amor y la ternura de la madre para
sus hijos no son producidos por el razonamiento, sino por los sentimientos, y
esta facultad existe no solamente en los seres humanos sino en la mayoría de
los seres vivos.
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