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viernes, 19 de abril de 2013

Un día mas


Estoy flotando en alguna lugar remoto del mundo de los sueños, bajo la suave calidez de la manta que me envuelve como a una momia. De repente un sonido melodioso, me devuelve a la realidad. Por el marco de la venta  solo  percibo oscuridad, aún es de noche. A pesar de la rutina diaria, todavía me resisto y por unos segundos soy testigo de una lucha que se repite a diario, entre dos  personajes de caracteres opuestos, una voz somnolienta, comodona y algo vaga dice “anda, porfaaaa, por una vez que no vayamos no pasa nada…” y  otra voz con tono voluntarioso y decidido le contesta “venga, ánimo, que lo necesitamos es por el bien común.”

Me levanto de un salto, un lavado a lo gato, me pongo el bañador, el chandail, las zapatillas y me voy a caminar bordeando la playa, me dejo acariciar por los primeros rayos del sol. Cuando mi cuerpo entra en calor por el efecto de la caminata, me acerco al agua… está fría, me lanzo a nadar y cuando me voy atemperando me tumbo sobre el agua y me dejo llevar por la olas. Escucho el silencio, la sensación de paz, de libertad, de bien-estar me resulta de lo más intenso, me recargo recibiendo con los brazos abiertos los primeros rayos del sol, la mirada perdida en el cielo azul, cruzado por el vuelo elegante de una garza blanca, doy gracias por tener la suerte de poder experimentar este placer un día mas.  

(de mi colección de inspiraciones matutinas.)


viernes, 15 de febrero de 2013

Siempre se ha hecho así.


 Hoy os dejo este  cuento que me parece oportuno tener a mano para no olvidarlo en muchas situaciones de nuestras vidas.

Que tengáis un buen fin de semana

Siempre se ha hecho así.
“Cierto día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pradera. El animal abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.

Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, jefe de un rebaño, que viendo el espacio ya abierto hizo a su rebaño seguir por allí.

Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese mismo sendero: entraban y salían, giraban a la derecha y a la izquierda, descendían, se desviaban de los obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva vía.

Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en una amplia carretera donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría realizarse en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.

Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, finalmente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto intrincado era el peor de todos.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía al ver que los hombres tienen esa ciega tendencia rutinaria a seguir la vía que ya está abierta, sin preguntarse si habría acaso una mejor opción o camino. Tal vez hubiesen descubierto otros paisajes más bellos.”



viernes, 14 de enero de 2011

La rutina

Pasada la euforia de las fiestas, los encuentros, reencuentros, visitas, salidas, regalos, etc… ya entrados en enero, tratando de subir la penosa cuesta, nos vemos inmersos de nuevo en la rutina…

La rutina esa palabra y/o situación tan temida por unos que hacen cualquier cosa por evitarla y deseada por otros que se refugian en ella en busca de seguridad. Es curioso, su significado implica repetición ó hábito al hacer las cosas de forma mecánica o al menos sin necesidad de ponerle mucha atención.

Es evidente que en muchos casos esto es sinónimo de aburrimiento, falta de motivación, y hasta de inconsciencia… según a qué tipo de actividades se aplique puede llegar a ser terriblemente destructivo y peligroso, me refiero aquí en algunas relaciones por ejemplo, o en algunas actividades de trabajo… Sin embargo otras veces es necesario, casi bienvenido, cuando se trata de realizar algo necesario e ineludible, como un ejercicio físico o también en el caso de algunas personas enfermas o mayores les sirve como puntos de referencia a lo largo del día que les producen sensación de seguridad.

Como no hay nada que sea totalmente bueno o malo, blanco o negro, cada uno tiene que encontrar su matiz, saber en qué casos la rutina es conveniente o no.

Sin embargo, es curioso ver que si prestamos atención, incluso en esos momento en que realizamos alguna tarea repetitiva, empezamos a percibir pequeñas diferencias, esos matices que van coloreando la experiencia haciéndola mucho más interesante y sobretodo más motivadora.

Este es un buen ejercicio tratar de centrarse en darse cuenta de lo que hacemos de lo que ocurre, de lo que sentimos y percibimos cuando hacemos alguna tarea rutinaria. Podemos probarlo para tratar de sentirnos más vivos en esos momentos, ¿qué les parece?