viernes, 10 de marzo de 2017

Lluvia



Cae la lluvia como lágrimas del cielo que vienen a saciar la sed de la tierra, que lo agradece haciendo brotar espontánea  y generosamente toda la naturaleza.

Me gusta ver caer la lluvia detrás de una ventana, deformando las figuras cuando baña el cristal, cuando azota las fachadas de las casas y los edificios, limpia las calles, forma charcos en la tierra y las gotas salpican con fuerza.

Me gusta pasear por la calle con mi paraguas transparente que me cubre hasta los hombros como si caminara dentro de una burbuja que me permite ver por donde voy y quien viene de frente.


Hoy el ruido de la lluvia me despertó con su peculiar sonido, al caer las gotas sobre el hierro del balcón, pero entonces mientras me arrebujaba entre las  sábanas, me pareció que sonaba como un canto triste y melancólico, como una música de Erik Satie y me recordó que por varios motivos, hay gentes que  no tienen a donde ir, ni donde resguardarse y para ellos la lluvia no tiene nada de bucólico, sino que les hunde aún más en el fango de una tragedia inhumana.





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