Esta en su cama mullida enroscada y dormitando, espera mi llegada para abrirle la puerta, entonces inicia su rutina
matutina, se despereza, estirando todo su cuerpo con envidiable agilidad
mediante un perfecto ejercicio de estiramiento, terminando con un largo
bostezo, luego se acerca a la salida, asoma la cabeza, olisquea el aire
levantando la nariz y sale corriendo para pasar un nuevo día explorando el
jardín y los solares de alrededor, cazando ratoncillos de campo o lagartos que
acecha durante largo rato, luego inicia con ellos un juego cruel hasta
rematarlos y algunas veces me trae un ratón muerto o medio lagarto que mueve
todavía la cabeza, me lo deja en el umbral y se me acerca con unos maullidos
para avisarme, a modo de agradecimiento felino.
Hoy hace un día precioso se oyen
a los pájaros trinar y corre una suave brisa que refresca la mañana, ella ha
salido con mucha prisa, la sigo, pero
al legar a la esquina de la casa, ya ha desaparecido, la llamo y no
responde, sorprendida, miro en la calle, en los solares cercanos y no la veo,
entonces regreso a preparar mi desayuno. Mas tarde aprovechando el sol de
primera hora, me ocupo del jardín, recojo las hojas del suelo, riego las
plantas y recorto algunas flores secas. En un descanso, me quedo mirando el
árbol majestuoso de grandes raíces y tronco retorcido y sigo el recorrido de
las ramas que se van multiplicando y creando un entramado muy cerrado, arriba
percibo un movimiento, creo que son unos pájaros en su nido, pero aguzando la
vista reconozco su pelaje, ¡vaya, acabo de descubrir su escondite! metida en el
entramado, apoyada en una rama con los ojos entrecerrados y su sonrisa gatuna
descansa, feliz, como si se encontrara en un nido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario