Un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a
desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato, robusto y valiente. Pero
el ratón, más rápido, se burlaba de el. Entonces el samurai tomo otro gato,
malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida mas
que cuando este dormía.
Un monje Zen del templo vecino presto entonces al samurai su gato: este
tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le
rodeaba. El samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo
dejara en su casa.
El gato se pasaba el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se
envalentono de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato,
visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato
lo atrapo y lo mató.
¡Poder del cuerpo, habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia
del espíritu!
Pobre raton lo que ace de acercarse del gato dormiente. Pero es que no dormia siempre !!!!!
ResponderEliminarComo siempre: amena, interesante y didáctica....
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