Cargado con su mochila, y apoyado en un nudoso bastón, viene
caminando desde tierras lejanas acercándose a su meta.
La soledad es su compañera, una soledad aceptada y buscada
para poder estar consigo mismo el mayor tiempo posible, aunque ocasionalmente y
voluntariamente interrumpida por el contacto con otros viajeros con los que
comparte amablemente alguna información e impresiones sobre el trayecto.
Muchos van guiados por su fe y alguna promesa hecha a un
venerable santo. Pero él, solo se ha hecho una promesa a sí mismo, el Camino es
la excusa, encontrar la paz interior es su meta, todo lo demás es accesorio, no
le atraen ni los fastos, ni los rituales, ni las manifestaciones religiosas,
por supuesto que las respeta, pero lo siente como algo superfluo, él sabe que
la Paz general solo puede alcanzarse cuando cada ser humano alcance su propia
paz y esté listo para actuar según su propia consciencia, sin que nadie le muestre
el camino ni le dicte lo que tiene que hacer.
El camino, le permite
reorganizar y revisar toda su vida, esa meditación caminando durante
días le va mostrando múltiples facetas de si mismo.
Cada encuentro, cada lugar, cada piedra del camino tiene
algo que contarle, algo que resuena profundamente dentro de sí mismo, algo nuevo que entender y aprender.
Porque todos los caminos tal vez no lleven a Roma, pero sí
hacia nosotros mismos.
Camina en paz.
Precioso y real...Caminar es un beneficio físico y según desees, máximo beneficio mental.
ResponderEliminarPrecioso y real...Caminar es un beneficio físico y según desees máximo beneficio mental.
ResponderEliminarEs verda que acer el camino de Santiago anima pero no ace falta para fijarse una meta y la mente se libera igual por todo el bien que ace el caminar
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