Hace un par de semanas re-visitamos esta isla tan peculiar del archipiélago canario aprovechando un fin de semana para relajarnos.
Para mi fue un placer poder
fotografiar todos esos paisajes como de otro mundo, con una extraordinaria
variedad dentro de una pequeña isla cuyas casa están todas pintadas de blanco.
Paisajes volcánicos áridos y agrestes, que sugieren una forma de vida ruda y
muy difícil que posiblemente por sus carencias obligan a aguzar el ingenio de sus gentes que han sabido aprovechar
para cultivar unos vinos de increíble calidad y especial dulzura como los malvasía
dulces en la zona de Masdache y la Gería. Costas como las del sur bordeadas de
acantilados batidos por los vientos y las olas del mar cerca del pueblo de El
Golfo, donde el ingenio de sus gentes aprovechando lo único que tienen, le ha
llevado a extraer la sal del océano en sus extensas Salinas. También pudimos
ver hermosas playas salvajes cerca de la Punta del Papagayo.
En el norte, playas de arena
blanca y la cercanía de una joya : la isla Graciosa donde no se ve apenas
vegetación salvo unos matorrales azotados por los vientos, una bellísimas playas
salvajes de arena blanca y aguas de color turquesa, donde se puede uno sentir
en perfecta comunión con la naturaleza ya que solo hay el cielo, el mar y la
arena.
Es un lugar donde gustan de
retirarse algunos artistas como el gran Cesar Manrique, tristemente
desaparecido mucho antes de tiempo que dejo en la isla una huella profunda con
su exuberante creatividad y sin embargo perfectamente sostenible e integrada en
el medio así como José Saramago premio Nóbel de Literatura que buscó en el
pueblo de Tías la inspiración para crear
algunas de sus obras.
La experiencia de estos breves
días ha sido muy grata, además por el carácter de sus gentes tanto nativos
como foráneos afincados, que son amables, serviciales y con un gran sentido del
humor, lo cual que nos ayudó sobrellevar algunas frustraciones a la hora de
circular por carreteras y caminos que no siempre indican adecuadamente las
direcciones.
En fin un lugar muy adecuado para
aquellos que no temen la soledad ni el aislamiento que les proporciona la paz y el recogimiento que fomenta la inspiración.
Volveremos.
En la Fundación Cesar Manrique en Tahiche
Viñedos en Masdache
Caleta de Sebo en la Isla Graciosa
Playa de La Francesa en la Isla Graciosa
Salinas de Janubio
El Golfo
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