Uno de los miedos a los que
frecuentemente nos enfrentamos como seres humanos es el miedo a la soledad.
Quedarnos sin pareja, sin familia, sin amigos. Miedo a viajar solos, ya sea por
lugares conocidos o más aún desconocidos. Es un miedo que en mayor o menor
medida todos hemos experimentado en algún momento.
A veces este miedo llega a ser
casi enfermizo y de hecho se puede convertir en una enfermedad, volviéndonos
totalmente dependientes siendo una carga para los que nos rodean.
Actualmente muchos lo resuelven
con una adicción a las redes sociales acumulando centenares de amistades virtuales con las cuales están
continuamente conectados y mantienen una relación que si bien no puede llegar a
ser del todo satisfactoria, les ayuda a superar ese miedo a la soledad. Es una
fuente de enorme malestar para algunas personas que con tal de no estar solas
se enganchan con cualquier pareja que muy a menudo no les conviene y les
hace aún más infelices.
Todos ellos se pierden una experiencia muy
importante de nuestra vida ya que el hecho de superar ese miedo a la soledad
nos hace sentirnos mucho más
fuertes, en esos momentos en que superamos el reto y realizamos cosas en solitario, es cuando tomamos
realmente consciencia del alcance de nuestro propio poder personal. La paz que
podemos conseguir al encontrarnos a solas con nosotros mismos es algo realmente
grande.
La soledad bien asumida nada tiene que ver con una
sensación de desolación, depresión o miedo, al contrario nos sentimos libres,
podemos realmente crecer, tantear nuestras limitaciones y tomar conciencia de
quien o qué somos realmente. Aprendemos a ser autosuficientes.
Por experiencia personal una de
las cosas más agradables es la de viajar sola por algún país o ciudad
desconocidos, algo que les recomiendo si quieren aprender a conocerse. Les
sugiero que preparen el viaje para no perder de vista ciertas medidas de seguridad, ayuda mucho si se conoce algún
idioma y hoy con Internet es muy fácil encontrar todo tipo de información en la
red y luego saltar a la aventura de viajar por la vida, es de lo más
emocionante.
Una vez que uno aprende a
sentirse bien consigo mismo, a ser autosuficiente, a partir de ese momento
sentimos que somos capaces de cuidar de nuestras propias necesidades
emocionales, que no “necesitamos al otro”, y que la relación sirve para
compartir juntos una parte del camino de la vida aprendiendo el uno del otro,
es más fácil relacionarse con los demás y mantener una relación de pareja
satisfactoria. Y sobretodo se puede afrontar con ilusión y alegría la soledad.
Una entrada muy enriquecedora, con unas fotos que ilustran de maravilla el mensaje.
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana.
Gracias por tu comentario.
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