Envuelta en su tunica azul, la joven caminó por el pasillo jalonado de imponentes columnas labradas con jeroglíficos y subió la escalera hasta la terraza del templo para honrar a la Diosa. Desde allí contempló las suaves colinas de arena que rodeaban el recinto y el lago sagrado cercado de palmeras. El sol asomaba por el horizonte tiñendo el paisaje de tonos pastel y de repente, como un velo que se desliza, la luz lo inundó todo de oro. Agradeció la paz y la belleza del instante mágico y envuelta en el perfume de las flores de loto entró en la sala de estudio, repasó el mapa del firmamento pintado en el techo, colocó de forma adecuada siguiendo elaborados cálculos matemáticos cada gema en su lugar exacto, delineó los aspectos angulares que formaban entre sí los planetas y sonrió al ver la armoniosa figura geométrica que señalaba un momento propicio en el tiempo.
Un suave aleteo
la distrajo, se acercó a la ventana donde se había posado un halcón. El la miró
con ojos inquietos y expectantes, luego se fue volando, ella se estremeció,
acarició el ankh que colgaba de su cuello, vio la calle, los edificios, los
coches, sintió una profunda y lejana añoranza y supo que era tiempo de
regresar.
Que c'est beau le rêve pour aussi lointain qu'il soit.Le Faucon connait la calle del tio Pino pour aller se poser sur ton balcon et revenir à la réalité.Très belles images toutes ces photos.Bises.
ResponderEliminarDespués de haber leído esta breve narración, una se queda con más ganas de seguir leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias. Bueno de momento no me lo planteo, esto era para un cuento corto con espacio limitado, pero tal vez me animo y cuento algo más...
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