1)
Valorar
el nivel de nuestras necesidades al intentar conseguir aquello que nos va a
producir satisfacción. Las
necesidades humanas básicas consisten en poder relacionarse, tener libertad, obtener
reconocimiento y tener capacidad de supervivencia y de disfrute. No obstante, aunque todos los humanos
compartimos estas características, nuestro nivel de necesidades de cada una es
variable. De modo que una persona puede tener una gran necesidad de
relacionarse y disfrutar, y para otra va a resultar más importante recibir
reconocimiento o tener libertad. La clave de la felicidad está en mantener una
conducta que nos permita cubrir en su justa medida cada una de las necesidades
que deseamos alcanzar. Si no obtenemos lo suficiente, nos sentiremos
decepcionados y si conseguimos
demasiado, puede que nos sintamos sobresaturados.
2)
Entender y ser
responsables de nuestras
decisiones. Siempre tenemos que elegir. Puede que a veces no nos
gusten algunas opciones, pero siempre tendremos posibilidades de elegir.
3)
Relacionar nuestro
comportamiento y su desarrollo para bien o para mal. Con frecuencia
consideramos que son causas ajenas las que motivan nuestro éxito o fracaso, y nos olvidamos de ver qué es lo que hacemos o dejamos
de hacer para conseguir nuestras metas. Cuando comenzamos a sentirnos responsables de nuestros propios
resultados en lugar de atribuírselos a otros, nos sentimos más seguros y
felices.
4)
Entender
el poder de nuestra percepción y de qué forma podemos modificarla. Muchas
veces nos inventamos historias acerca de los demás, así como sobre los
acontecimientos de nuestra vida, que nada tienen que ver con la realidad. Se
trata sencillamente de nuestra interpretación de hechos o situaciones, una
interpretación que puede llegar a crear una enorme e innecesaria confusión. Si
nuestra percepción no nos sirve,
tenemos que cambarla, mejorarla, tratar de percibir las cosas con carácter
positivo.
5)
Encontrar
el equilibrio en todo. Todo lo que nos ocurre tiene cualidades tanto
positivas como negativas, pros y contras, el problema está nuevamente en la
forma en que lo percibimos. Tendemos a clasificar las cosas como buenas o
malas, positivas o negativas, dolorosas o placenteras, pero el caso es que
ambos aspectos de esta dualidad están siempre presentes. Solo depende de donde
pongamos el enfoque. Solo cuando conseguimos ver los dos aspectos de la
dualidad mejoramos nuestra salud mental.
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