El ser humano es esencialmente
“novelero” (expresión canaria) desde la época prehistórica cuando aún no se
conocía la escritura y el lenguaje
era poco más que algunas onomatopeyas, el ser humano aprendió a realizar
dibujos, sencillos trazos que poco a poco se fueron perfeccionando como podemos
ver en las grutas de Altamira ó
Lascaux, entre otras, eran desde señales para indicar peligro, comida, o
simplemente contar una historia. Posteriormente apareció el lenguaje, la
escritura y en todas las culturas del mundo surgieron las leyendas. Siempre le
ha gustado al ser humano contar lo que le estaba pasando o viviendo.
Cuando una pareja se enamora,
empiezan por contar su vida el uno al otro. Los niños piden que se les cuenten una y otra vez los mismos cuentos a sus padres o abuelos.
El cine y las novelas nos
encantan, porque nos cuentan historias de otras personas, describen sus vidas, sus emociones, sus
sentimientos…
Aprovechando que estamos de
vacaciones y disponemos de un poco más de tiempo, ¿porqué no nos proponemos
contar nuestra propia historia, nuestras memorias? Este trabajo puede llegar a
ser muy útil desde una perspectiva terapéutica para sanar algunas heridas del
alma. Al contar nuestra historia, además de comunicarnos con otra persona, le permitimos que nos
entienda, que se acerque a nuestra alma, y nosotros mismos al expresarlo con
palabras y ponerlo por escrito, nos vamos liberando y dando sentido a nuestro
mundo interior.
Podemos hacerlo de varias
maneras:
·
Empezar por contar situaciones o anécdotas que
nos han marcado y describirlas con todo lujo de detalles.
·
Centrarnos en una etapa de nuestra vida que nos
parezca especialmente interesante
o complicada y desde ahí hacer referencias como dando pistas hacia atrás o
hacia delante.
· Partir desde nuestros antepasados o nuestro propio
nacimiento siguiendo una especie de línea del tiempo.
· Podemos también centrarnos en nuestra vida
interior haciendo referencias puntuales a hechos concretos, describiendo
también los sueños que tuvimos y que nos marcaron.
· Podemos partir también de fotografías
apoyándonos en ellas para contar
partes o el conjunto de
nuestra vida.
Curiosamente podremos observar al
ir contando nuestras vivencias, como se disparan nuevos recuerdos que teníamos olvidados y que nos llevan un poco más allá al ir rescatando nuestra
historia, en un viaje hacia atrás en el tiempo realmente apasionante y que sin
duda nos permitirá revisar algunas situaciones o experiencias y entenderlas
mejor o incluso resolverlas.
¡Animo!
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