¿A quién no le gustaría sentirse
bien, tener una vida menos complicada, disponer de más tiempo para aquellas
cosas que nos gustan, que nos llenan, que nos permiten ser nosotros mismos, en una palabra que nos
hacen sentirnos más felices?
Para llevar a cabo este proceso
en primer lugar debemos observar y analizar todo lo que nos rodea y conforma
nuestra vida diaria, así como nuestras circunstancias personales y a partir de
ahí iremos intentando realizar pequeños cambios que nos permitirán ir
resolviendo problemas y simplificando nuestra vida.
Veamos algunos ejemplos que
pueden ser de utilidad para la mayor parte de nosotros:
Organizar nuestro mundo, básicamente poner orden en nuestra casa,
nuestro lugar de trabajo. Cuando tenemos cada cosa ordenada en su sitio, es más
fácil su localización y ese orden nos hace ganar tiempo y facilita que nuestra
vida sea más sencilla, más relajada, haciendo que nuestra mente y nuestras
ideas puedan, resultar más fluidas. Mantengamos también este orden en nuestras
actividades diarias, me refiero a que después de usar cualquier aparato o hacer
algo, procuremos devolverlo a su sitio y dejar las cosas como estaban evitando
el caos al cabo de unos días.
Deshacernos de todo aquello que no necesitamos. Cuando no
proponemos poner orden en nuestra
casa, empiezan a aparecer cosas que llevan años en los cajones y que ni
siquiera recordábamos que teníamos, esa es la señal de que no las necesitamos y
que ya va siendo hora de que recuperemos ese espacio regalándolas a alguien que
las pueda necesitar, llevándolas a alguna ONG o vendiéndolas.
Dosificar el flujo de información que recibimos. Con las redes
sociales, tendemos a estar todo el tiempo recibiendo y descargando información
desde la red, esto ya está empezando a convertirse en un agobio para muchos que
ya no podemos procesar adecuadamente tantos datos que en su mayor parte son
irrelevantes, seamos pues selectivos y discriminemos la información que
aceptamos ya que el exceso de noticias puede llegar a ser muy estresante y
desestabilizador, quedémonos con lo que realmente nos interesa o necesitemos.
Realizar con frecuencia actividades que nos gustan, nos hacen sentir
felices. Como por ejemplo, leer, escuchar música, ver una película, viajar,
hacer fotos, tomar un café con los amigos o la familia, etc… y disfrutar de
ello lo mas posible.
Evita o aléjate de las personas que te hacen sentir mal. Por muy
cercanas que te sean esas personas, cuando ves que ya no puedes aguantarlas, no
te cuelgues, no entres en discusiones con ellas, no busques cambiarlas o
complacerlas, simplemente acepta las cosas tal y como son, de quien vienen y aléjate
o ignóralas limitando al máximo tu contacto con ellas.
Dedica un poco de tiempo a conocerte mejor, practica alguna forma
de meditación, o relajación que te
permita encontrarte a ti mismo y sentirte en paz, acéptate y atrévete a expresarte tal y como eres
En la medida de tus
posibilidades, ahora que te siente bien, ayuda
a los demás, ahora que dispones de más tiempo, echa una mano de forma
benévola a quién lo pueda necesitar, escúchalos, enséñales a encontrar su
camino, anímales a avanzar, apóyales en lo que necesiten.
Todas estas cosas te irán llevando a sentirte mejor contigo mismo y con
el mundo que te rodea y en ello encontrarás paz y felicidad.
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