Cuando uno menos se lo espera le
puede golpear el destino con un cambio repentino e inesperado. No podemos
prever lo que ocurrirá mañana, antes o después, y tampoco podemos estar siempre
preocupados por ello en un sin vivir.
Ante esta eventualidad podemos
ser previsores, hasta cierto punto, planificar cierta organización, vías de
salida y soluciones, pero por mucho que hagamos no podemos abarcarlo todo ya
que no sabemos cuando ni como va a ocurrir y estar en constante estado de
alerta y con alto nivel de stress es muy peligroso para la salud.
Si bien nunca está de más
recurrir al sentido común que nos indica que es muy conveniente mantener cierto
orden en todos nuestros asuntos particulares, como estar al día en el aspecto
económico, procurando evitar un sobre endeudamiento, el mantener unos ahorros
evitando gastar menos de lo que ingresamos o prever fuentes de ingresos
complementarias aunque sea potencial y alternativamente y sobretodo cuidar de
nuestra salud.
Lo que si podemos entender es que
los imprevistos que nos ocurran externamente son tan solo aspectos
circunstanciales y lo que debemos hacer es prepararnos para afrontar aquello
que nos ocurra o afecte internamente, para ello veamos ciertas estrategias que
nos pueden ayudar:
En primer lugar : Mantener a raya
los niveles de stress, procurando
realizar con cierta frecuencia actividades que nos resultan relajantes y
agradables, mantener una buena relación con la familia, así como el contacto con
amistades que nos hacen sentir bien, con las cuales existe un auténtico y
sincero intercambio de pensamientos, sentimientos, proyectos, aficiones y
gustos. También hacer con frecuencia algún tipo de ejercicio que nos guste.
La otra estrategia que nos va a
resultar muy útil consiste en practicar algún tipo de actividad que nos permita
conectar con nuestro ser interno siendo plenamente conscientes de lo que
vivimos, pensamos y sentimos, para
ello una buena sugerencia es la practica de la Meditación o de la Atención
Plena (Mindfulness), se trata de un ejercicio consistente en sentarnos unos
minutos a diario siendo conscientes de nuestra respiración, de nuestras
sensaciones corporales, pensamientos, emociones y con ello vamos entendiendo lo
que pasa en nuestra mente, como
reaccionamos a ciertas situaciones y desde ahí vamos a poder afrontar todas aquellas circunstancias que nos
llegan de fuera actuando de forma adecuada. Aprenderemos de nuestras
limitaciones y bloqueos a ser conscientes de nuestras emociones, aprenderemos a
relativizar las diferencias y soltar nuestros miedos, aceptando la realidad del
momento, lo cual no significa ser pasivo, ni pasota, simplemente implica que no
nos aferramos a aquello que nos duele y desestabiliza, sino que respondemos a
cada situación de una forma adecuada, sin angustia, sin rabia, sin
resentimiento, manteniendo la calma, la compresión y la compasión sea cual sea
la situación.
Es la forma de estar en el
presente, descolgados del pasado y sin anticiparnos al futuro, lo cual solo
pude complicar las cosas. Vamos paso a paso, la mente abierta, conscientes de
todas las posibilidades de cada momento, agradeciéndolas. Por supuesto que esto
requiere práctica y perseverancia, no es fácil ser agradecido cuando las cosas
no salen como uno quiere, cuando perdemos el trabajo, la salud o un ser
querido, pero esa es la realidad, no lo que hemos imaginado y deseado, y esa
realidad tiene mucho que enseñarnos, una nueva forma de ver y de vivir la vida
en la que encontramos paz y la capacidad de afrontar cualquier cosa que nos
ocurra.
Animo y paciencia. Esto realmente
funciona.
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