Un maestro zen le pidió a su
discípulo que limpiara el jardín del monasterio. El discípulo limpió el jardín
y lo dejó en un estado impecable. El maestro no quedó satisfecho. Le mandó
hacer de nuevo la limpieza una segunda vez, luego una tercera. Desalentado, el
pobre discípulo se quejó:
- Pero, maestro, no hay
nada más que poner en orden, ¿que limpiar en este jardín? ¡Todo está hecho!
- Falta
una cosa – respondió el maestro.
Sacudió un árbol y algunas
hojas se desprendieron, tapizando el suelo.
- Ahora el jardín está
perfecto – concluyó.
Maestro: El orden
perfecto sólo existe al lado del desorden. El orden total en un jardín mata el
jardín
¡Una entrada maravillosa con una gran enseñanza! Creo que vital para las personas, pues creo que no existe la perfección. Alguien me dijo una vez que lo perfecto es todo aquello inanimado porque no puede transformarse y cambiar. ¡Me encantó! Me llevó a la comprensión profunda, útil para mi, de que lo perfecto está acabado; así pues, muerto.
ResponderEliminarExcelente reflexión, me alegro que te sirva.
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