Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro. Caminaban al lado
del jumento cuando atravesaban un pueblo. Un grupo de niños se rió de ellos
gritando:
- ¡Mirad qué par de tontos! De manera que tienen un burro y van los
dos andando. Por lo menos el viejo podría subirse a él. Entonces el anciano se
subió al burro y ambos siguieron la marcha. Al pasar otro pueblo, algunas
personas se indignaron al ver al viejo sobre el burro y dijeron:
- Parece mentira. El viejo cómodamente sentado en el burro y el pobre
niño caminando. Viejo y niño intercambiaron sus puestos. Al llegar a la
siguiente aldea, la gente comentó:
- ¡Esto sí que es intolerable! El muchacho sentado en el burro y el
pobre anciano caminando a su lado. Puestas así las cosas, el viejo y el niño se
subieron al burro. Poco después venían un grupo de campesinos por el camino.
Les vieron y les dijeron:
- ¡Es vergonzoso lo que hacéis! Vais a reventar al pobre animal. El
viejo y el niño tomaron la determinación de cargar al burro sobre sus hombros,
pero entonces la gente se mofó de ellos diciéndoles:
- Nunca vimos una gente tan boba. Tienen un burro y en lugar de
montarlo, lo llevan a cuestas. De repente el burro se revolvió con fuerza y se
desplomó a un barranco, hallando la muerte. El viejo, súbitamente, instruyó al
muchacho:
- Querido mío, si escuchas las opiniones
de los demás y les haces caso, acabarás más muerto que este burro. ¿Sabes lo
que te digo? Cierra tus oídos a la opinión ajena. Que lo que los demás dicen te
sea indiferente. Escucha únicamente la voz de tu corazón.
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