“El talento es algo bastante corriente. No
escasea la inteligencia, sino la constancia”. Doris
Lessing
Suele decirse
que la ecuación del éxito es : Trabajo + Disciplina + Constancia. Y el éxito consiste
en lograr nuestros objetivos, lo cual nos da una sensación de plenitud, de
satisfacción y de felicidad.
Muchas veces
me encuentro en la consulta con personas que tienen dificultades para organizar
su vida y conseguir sus metas, no por falta de talento ni inteligencia, sino
por falta de disciplina y de perseverancia.
Todos sabemos
que esto es bastante sencillo cuando lo que estamos haciendo, o estudiando es
algo con lo cual estamos muy motivados, no nos damos cuenta del esfuerzo que
estamos haciendo, ya que interiormente nos sentimos comprometidos con lo que estamos haciendo y los pasos para
llegar a la meta fluyen con toda naturalidad y casi sin esfuerzo, o al menos no
tenemos plena consciencia del sacrificio que estamos haciendo, sin embargo,
cuesta mucho aplicar esta capacidad de constancia y perseverancia a otros temas
que nos motivan menos o incluso que nos resultan aburridos, aunque somos
conscientes de que son indispensables para un optimo funcionamiento de nuestra
vida.
Pero ¿ cómo
hacer para conseguir poner en funcionamiento la motivación y aplicarla a esos
otros aspectos de nuestra vida que
queremos mejorar?
En primer
lugar debe ser algo importante, que
nos va a facilitar la vida, o hacerla más grata y eso es algo que debemos tener
claro y no porque alguien nos lo diga, sino porque es una pura cuestión de
necesidad personal. No sirve hacerlo por agradar a otros.
Poco a poco
al esforzarnos por conseguir esa meta, al
adquirir nuevos hábitos que nos permiten poner orden en lo que nos rodea, observamos
que ello nos ayuda también a tener las cosas más claras y que nos resulte más
llevadera cualquier tarea rutinaria en la que tardamos cada vez menos tiempo y
así disponemos de más tiempo para otras cosas que nos gustan más o que nos
resultan más beneficiosas.
Otro punto
importante para adquirir esos nuevos hábitos consiste en ir modificando
los actuales poco a poco, pongamos
que queremos dedicar todos los días un tiempo para meditar o hacer algún tipo
de ejercicio físico, tendremos que decidir cual es la mejor hora para nosotros,
aquella que no pueda ser interferida o interrumpida por nuestras actividades
laborales, familiares o sociales y atenernos a ella en lo posible por una parte
y por otra lo mejor es ir poco a poco,
incrementando cada día o cada semana el tiempo que le dedicamos hasta llegar al tiempo optimo.
Para
conseguirlo debemos prescindir de algunas otras actividades que realmente no
necesitamos, evitar perder el tiempo en
cosas que no nos aportan nada, enfocarnos
en la meta y ser constantes.
No hay nada más agradable que llegar al
final de día con una sensación de haber tenido una jornada completa, con tiempo
suficiente para realizar todo aquello que realmente nos llena, nos satisface y
nos hace felices.
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