Estos días me encuentro aquejada de un trastorno visual repentino, una diplopia que me produce un efecto de doble visión. Veo las cosas repetidas aunque de las una imágenes que percibo me resulta más clara que la otra. Esto naturalmente ha aguzado mi inclinación natural a buscar causalidades así como mi sentido de la responsabilidad para mantener la coherencia entre lo que hago, lo que digo, lo que soy y quien soy, dándome la valiosa oportunidad de observar la reacción de mis familiares, amigos y conocidos, además de mis pacientes que han sufrido una semana de retraso en el desarrollo de sus terapias debido a esta situación. A todos les agradezco, su amor, su apoyo y su comprensión.
“Casualmente” he tenido la suerte de fijarme también en estos días en una nueva serie en la cadena Fox de TV, se trata de Touch, una excelente serie sobre la interconexión de todo y de todos con todo, sobre lo mucho que podemos aprender de nuestros hijos, sobre la importancia de lidiar con nuestros sentimientos, con los roles estereotipados, sobre la posibilidad de ver la vida de otra forma, sobre darnos la oportunidad de romper los esquemas mentales que a modo de barreras sobreprotectoras nos impiden afrontar nuestros miedos.
También me sugiere la obligación de revisar esos planteamientos filosófico-científicos como el principio de incertidumbre, la casualidad, la causalidad, el libre albedrío, que anidan en la esencia del Ser Humano.
Cuan importante a veces es confiar, no me refiero a tener una fe ciega como exige la religión, sino simplemente en confiar, dar una oportunidad, confiar en las posibilidades de cambio tanto ajenas como propias, como sujetos activos en el desarrollo de nuestro destino.
Reconocer el poder de los sentimientos que subyacen en pequeños o grandes gestos que nos impactan al observar sin juzgar la conducta de los demás, cuanto podemos aprender al vernos reflejados en ellos cuando nos devuelven reflejada nuestra imagen, tanto la más luminosa como tamben la más oscura.
El punto de partida está en trabajar con nuestros sentimientos, esos que nos duelen, que nos enferman, que nos dan miedo, que nos asustan tanto que huimos de ellos, y con ello dañamos a los demás, a nuestros seres mas queridos, hasta que los volvemos a encontrar a la vuelta de la esquina y ya agotados, vulnerables, no nos queda más remedio que reconocerlos, aceptarlos y ver lo hermosos y generosos que son esos sentimientos cuando nos guían directos al Amor sin condiciones.
Al final del proceso de reconocer, de darse cuenta ya pueden fluir las lágrimas, el mayor disolvente de esas emociones atascadas entre las barricadas del miedo y del orgullo, y esa paz deliciosa, ese “estado de gracia” que se experimenta al ver fluir libremente un limpio riachuelo entre los valles y las cumbres de la conciencia.
Siempre pensé que el ser humano se alimentaba de certezas,ahora se que el motor que nos impulsa son precisamente las incertidumbres...
ResponderEliminarFrançoise, estamos contigo.
ResponderEliminarEspero que pronto se recupe. Sabe que muchos la apreciamos, la queremos y le deseamos lo mejor. Como dice Paulo Coelho: "cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio" (de su libro: el demonio y la señora Prym). Sé que es una luchadora y la fuerza que le trasmiten los que están a su alrededor le hará ver la vida no doble sino quizás triple.
ResponderEliminarUN FUERTE ABRAZO.
GRACIAS POR ESTAR AHÍ.
Gracias por estos comentarios de apoyo. Pero lo cierto es que eso de ver ahora triple....no me haría mucha gracias... JAJAJAJA.
ResponderEliminarBueno parece que empiezo observar mejoría, pero tengo que tomármelo con paciencia. En cualquier caso ha sido una experiencia interesante.
Un abrazo a tod@s