Recientemente se ha hablado de “vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida” entre otros, el recién fallecido Steve Jobs, la volvió a poner de moda en su famoso discurso de hace unos años y demostró que realmente vivió así y su actitud sirvió de fuente de inspiración para muchos.
Esta forma de pensar ha sido motivo de una investigación científica, para comprobar los niveles gratitud que pueden alcanzar las personas, considerando que anteriores investigaciones señalaron que la gratitud produce efectos positivos a largo plazo sobre nuestra salud y felicidad. Se trataba de averiguar si efectivamente las personas se sentían más agradecidas por lo que tenían en su vida cuando tomaban conciencia que nada es inevitable y todo es temporal y está en constante proceso de cambio. Dicho de otra forma cuando tomaban consciencia de su propia condición de seres mortales.
En primer lugar se midió el nivel de gratitud entre todos los participantes en el experimento, luego se crearon 3 grupos. El primer grupo se limitó a visualizar su rutina de vida diaria. El segundo grupo tenía que escribir sus pensamientos y sentimientos sobre la muerte y el tercero tenía que imaginarse como sería su propia muerte en un escenario de la vida real en el cual se veían atrapados en un incendio en la planta 20 de un viejo edificio de un barrio marginal que les iban describiendo los investigadores, podían intentar salir del edificio y huir del fuego, aunque lo más probable era que murieran todos quemados. Después de realizar estos ejercicios mentales, se volvía a tomar la medida de los niveles de gratitud de los participantes.
Los resultados mostraron que aquellos que simplemente escribieron sobre la muerte desde una perspectiva abstracta, no mostraron mucha más gratitud después del experimento, aquellos que tan solo imaginaron un día normal de su vida, mostraron un poco menos de gratitud al final del experimento. Sin embargo, los niveles de gratitud de aquellos que visualizaron su propia muerte, se dispararon de forma considerable. Parecía que a estas personas les había afectado profundamente el hecho de verse confrontados con su propia mortalidad de una forma muy vívida.
Los investigadores encontraron que estos resultados estaban en resonancia con las reacciones que tienen las personas que viven experiencias cercanas a la muerte o salen ilesas de alguna catástrofe y manifiestan profundos sentimientos de gratitud hacia la vida. Concluyeron que el estudio demostraba que esta gratitud es auténtica y dramática.
Si bien es evidente que no podemos pasarnos la vida imaginando nuestra muerte, lo cual podría producirnos un trauma o una obsesión, pero si que podemos de vez en cuando pararnos y hacer cada un@ el recuento de todas las cosas buenas que tenemos en la vida. Una forma práctica de hacerlo podría ser el llevar un Diario de Gracias, en el cual podemos apuntar periódicamente (cada semana, cada mes o al menos una vez al año…) todas esas grandes o pequeñas cosas que nos hacen sentir bien, que nos alegran la vida, que nos la hacen ser más llevadera en algunos casos y por las cuales queremos dar gracias. Al recordarlo podremos saborear esos pequeños momentos de belleza y felicidad en nuestro día a día. Al cabo de un tiempo comprobemos como nos sentimos…
Gracias por ser agradecidos.
¡Qué bonita entrada! Ciertamente, lo de la libreta parece un ejercicio muy fructífero. Besos y feliz fin de semana.
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