viernes, 30 de noviembre de 2018

Corazón de cebolla


 Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas. Como todos los huertos, tenía mucha frescura y agrado. Por eso daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros.

Pero de pronto, un buen día empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado... El caso es que los colores eran irisados, deslumbradores, centelleantes, como el color de una sonrisa o el color de un bonito recuerdo.

Después de sesudas investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, resultó que cada cebolla tenía dentro, en el mismo corazón, porque también las cebollas tienen su propio corazón, un piedra preciosa. Esta tenía un topacio, la otra una aguamarina, aquella un lapislázuli, la de más allá una esmeralda ... ¡Una verdadera maravilla!

Pero, por una incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, intolerante, inadecuado y hasta vergonzoso. Total, que las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e íntima con capas y más capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro. Hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo más vulgar.

Pasó entonces por allí un sabio, que gustaba sentarse a la sombra del huerto y sabía tanto que entendía el lenguaje de las cebollas, y empezó a preguntarles una por una:

- "¿Por qué no eres como eres por dentro?"

Y ellas le iban respondiendo:

- "Me obligaron a ser así... me fueron poniendo capas... incluso yo me puse algunas para que no me dijeran nada."

Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de por qué se pusieron las primeras capas. Y al final el sabio se echó a llorar. Y cuando la gente lo vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes. Por eso todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón. Y así será hasta el fin del mundo.



viernes, 2 de noviembre de 2018

Vigilancia – Cuento Zen




















 "¿Hay algo que yo pueda hacer para llegar a la Iluminación?"
"Tan poco como lo que puedes hacer para que amanezca por las mañanas".
"Entonces , ¿para que valen los ejercicios espirituales que tú mismo recomiendas?"
"Para estar seguros de que no estáis dormidos cuando el sol comience a salir".
  

viernes, 19 de octubre de 2018

Cuento Zen - Cambio


A un discípulo que se lamentaba de sus limitaciones, le dijo el maestro; “naturalmente que eres limitado. Pero ¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles? ¿Qué es lo que ha cambiado?”
“Han cambiado mis talentos”, respondió el monje.
“No, has cambiado tú”, dijo el maestro.
“¿Y no es lo mismo?”, dijo el discípulo.
“No, tú eres lo que tú piensas que eres, cuando cambia tu forma de pensar, cambias tú”.


viernes, 5 de octubre de 2018

Transformación




A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás le dijo el Maestro: "Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra".




viernes, 21 de septiembre de 2018

Siempre se ha hecho así


 Cierto día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pradera. El animal abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.


Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, jefe de un rebaño, que viendo el espacio ya abierto hizo a su rebaño seguir por allí.

Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese mismo sendero: entraban y salían, giraban a la derecha y a la izquierda, descendían, se desviaban de los obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva vía.

Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en una amplia carretera donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría realizarse en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.

Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, finalmente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto intrincado era el peor de todos.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía al ver que los hombres tienen esa ciega tendencia rutinaria a seguir la vía que ya está abierta, sin preguntarse si habría acaso una mejor opción o camino. Tal vez hubiesen descubierto otros paisajes más bellos.






viernes, 7 de septiembre de 2018

Cuento Zen - El jinete


El jinete, galopando a toda velocidad, pasa como el viento.

-A donde vas tan deprisa? - Pregunta el monje zen

- No lo sé... ¡Pregúntaselo a mi caballo!

El hombre corriente no tiene gobierno de si mismo. Es el juguete de sus emociones.



viernes, 17 de agosto de 2018

Ruido


 El Maestro tenía que soportar cada día una verdadera avalancha de preguntas, a las cuales él respondía en serio o en broma, con suavidad o con toda energía.


Había una discípula que siempre se pasaba las sesiones sentada y en silencio.

Cuando le preguntaron la razón de su actitud, ella respondió: "Apenas oigo una palabra de lo que dice. Estoy demasiado distraída con su silencio".






viernes, 27 de julio de 2018

Cuento zen - Zapatillas


A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás, le dijo el Maestro: 

”Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra”.



viernes, 6 de julio de 2018

Flexibilidad


El discípulo fue a visitar al maestro en el lecho de muerte.

- "Déjame en herencia un poco de tu sabiduría", le pidió.

El sabio abrió la boca y pidió al joven que se la mirara por dentro

- “¿Tengo lengua?”

- "Seguro", respondió el discípulo.

- "¿Y los dientes, tengo aún dientes?"

- "No", replicó el discípulo. "No veo los dientes."

- "¿Y sabes por qué la lengua dura más que los dientes? Porque es flexible. Los dientes, en cambio, se caen antes porque son duros e inflexibles. Así que acabas de aprender lo único que vale la pena aprender."


Bruno Ferrero





viernes, 22 de junio de 2018

Otro día



El silencio interrumpido por el canto de los pájaros cada mañana, como preludio a las notas del Mediterráneo, ya es otro día.